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Cáceres, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986 por la UNESCO, muestra todo su esplendor a través de uno de los conjuntos monumentales más destacados de España. Adentrarse en sus calles empadradas, contemplando preciosas plazas, torres, palacios y casas solariegas, es retroceder varios siglos hasta encontrarnos en plena época medieval.
En Cáceres, cada piedra habla de un momento histórico único, que ha quedado reflejado en sus preciosos edificios civiles y religiosos, perfectamente conservados.
Épocas de esplendor sin solución de continuidad, en un escenario que lleva siglos intacto, como esperando nuestra llegada.
El sonido de nuestros pasos sobre el empedrado de las calles estrechas e inverosímiles, como sacadas de un cuento, será nuestro único contacto con la realidad en escenarios que parecen haber detenido su reloj. Cáceres es una ciudad que vibra y transmite, y que siempre mantiene nuestra capacidad de sorpresa al más alto nivel. La escapada perfecta.
Lugar de encuentro, paso obligado de los cacereños y escenario imprescindible para los visitantes de la ciudad. La Plaza Mayor, con su peculiar forma alargada, está cerrada por el Ayuntamiento, que ocupa un edificio del siglo XIX y estilo clasicista en uno de sus extremos, y por la muralla y la entrada al casco antiguo por el otro. Si la visitamos por la noche nos seducirá con las propuestas gastronómicas de sus restaurantes y lugares de copas.
Reconstruida por los almohades en el siglo XII, merece la pena subir a su parte superior, desde donde se contemplan una de las vistas más bonitas de la ciudad de Cáceres. La cámara de fotos se convertirá en su gran aliada, antes de visitar otras torres que también merecen la pena, como la Torre de los Púlpitos, la antiquísima Torre de la Yerba o la Torre de Sande, con su ya característica enredadera que le hace única.
Cuando estemos situados en el centro de esta plaza nos daremos cuenta que es difícil posar la vista en algún edificio que no sea centenario, desde la iglesia-concatedral de Santa María, con su talla del Cristo Negro en el interior, al Palacio de Carvajal, con sus precioso patio y su jardín, pasando por la casa de Hernando de Ovando y el Palacio Episcopal, el de la Diputación Provincial y el de Mayoralgo.
Cáceres esconde rincones sorprendentes, como el Pilar de San Francisco, un abrevadero plateresco del siglo XVI, o la estatua de la diosa Ceres, réplica de la que se encuentra en el Museo de las Veletas. Descubrir cada uno de ellos supone dar por bien empleado el paseo que estamos dando.
Este palacio es una bellísima construcción con dos estilos arquitectónicos bien diferenciados: el gótico de la casa fortaleza del siglo XV y el plateresco de la fachada, del siglo XVI.
Perteneciente a la famosa familia Golfín, esta impresionante casona fue construida entre el siglo XIV y el XV. Solo conserva tres de sus cuatro torres. La Torre del Homenaje, situada en el centro del edifico, es la más impresionante de todas ellas.
Este exquisito palacio fue la casa de la familia Monroy. En el siglo XVII vivió en ella María Josefa de Osvando, esposa del general Antonio Vicente de Arce, por lo que desde entonces fue conocida con el sobrenombre de la Casa de la Generala.
Preside esta plaza la estatua en bronce de San Jorge, patrón de Cáceres, y el dragón que siempre le acompaña, pero en este escenario también podemos encontrar la Casa de los Becerra, de estilo gótico, y la impresionante fachada de la iglesia de San Francisco Javier, que luce grandiosa su pasado jesuita. No hay que perderse tampoco la Plaza de San Mateo, que reúne también la de San Pablo y la de las Veletas.
Antes mezquita y posteriormente templo cristiano, el cuerpo principal de esta iglesia es de estilo gótico, pero su torre fue construida a finales del siglo XVIII. Otra torre que no hay que perderse es la de las Cigüeñas, en el Palacio de los Cáceres Ovando, que conserva orgullosa sus almenas centenarias.
Callejuelas estrechas y con una marcada pendiente, como si fueran un laberinto que te atrapa en su interior invitándote a la ensoñación de otras épocas. En nuestro camino nos toparnos con la ermita de San Antonio o la casa del Judío Rico. Simplemente, disfrute de lo que encuentra a su paso.
Ubicado en el bellísimo Palacio de las Veletas, uno de los pocos edificios de la época sin elementos defensivos, el palacio original se levantó a finales del siglo XV, pero fue reformado en su totalidad en 1600. Recorrer sus salas es disfrutar tanto del contenido del museo como de su continente. No se pierda el aljibe construido por los almohades que hoy se conserva en oscuridad, silencioso y misterioso, con sus arcos de herradura y columnas medio sumergidas. Ha permanecido inalterable con el paso de los siglos.
Este paseo ajardinado forma parte de la Avenida de España, un enclave imprescindible de Cáceres. En nuestro recorrido encontraremos el Gran Teatro de Cáceres y la calle de San Pedro, perfecta para las compras o para tomar algo en un excelente ambiente.
Situado en el parque del mismo nombre, junto a la Avenida de Cervantes, la cueva ofrece la posibilidad de visitar pinturas del Paleolítico Superior.
En las calles del casco histórico se venden productos típicos, como tortas, galletas y pasteles artesanales, además de vinos locales y licor de las cerezas del Valle del Jerte. También podemos comprar quesos extremeños, pasteles de higos y castañas, pimentón de la Vera y, por supuesto, un riquísimo jamón.
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